Y de pronto, sin pensarlo 3895 veces decidió lanzarse a aquella
gomita roja que se encontraba en el recipiente número 75.
gomita roja que se encontraba en el recipiente número 75.
Al lado, de áquel gato que decía miau cada noche de verano.
De seguro, no era seguro, pero nadie había asegurado que era inseguro
Dicen que eran tiempos de escases,
que el acaramelado manjar era lo único que les quedaba
que el hambre ya corría
y que la noche ya era de día.
Fue entonces, que el recipiente número 75 dejó
de ser el número 75.