Paso tres mil quinientas cuarenta y cuatro horas viendo como una bolsa de aire cae desde el techo del edificio sesenta y dos de la calle treinta y cinco de la vida. Cada bamboleo que remarca al caer se retuerce entre el viento. Un agujero en el penetra contra el vacio. Caerá de pronto, sus pasos hacia el suelo se van acortando y el aire se va acabando.
Pero quién dijo que tenía que caer, la ley de la gravedad no es real, a Newton le cayó la manzana en la cabeza y así vio el mundo de revés. Es que acaso no hemos nacido para volar. Y así la lanzó otra vez, y paso quinientas cuarenta y cinco horas viendo como una bolsa de aire caía desde su techo.
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