Y salió por la ventana, volando como Juan Salvador Gaviota...
atrapado entre aquellas cuerdas que lo levantaban por los aires,
recorriendo la inmensidad del desierto y de su corazón.
Bueno, gran volador de sueños, quédate en las nubes
y cuando veas a los chanchos pasar, regalales un beso para que se queden en la eternidad con tanta magia y tanto sueño.
Atte.
El viento
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