Un día no muy lejano una hormiga, que por cierto no era atómica, decidió emigrar y bajar los montes de Venus para encontrarse con aquella risa casi ecuaria que Freud le dejó por Navidad. Cuando el encuentro se hizo cercano un golpe de mala suerte se oyó, quizás fueron los vientos del este que amenazaban con acabar hasta con el elefante de al lado, aquel bello cuasi perfecto animal que desplegaba frente a un cuento la más estúpida y vieja historia jamás contada. La hormiga estaba deshecha, malhumorada y muy morada...por ver que su encuentro se veía irrumpido por aquel "pesado" animal. Fue en ese momento que la hormiga dijo: hoy realmente me siento tan pequeña.
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