Extracto perfectamente modificado y resumido de mi ensayo
"Recreando Estereotipos en dos horas"
¿No nos hemos dado cuenta que a todo le otorgamos algún nombre?; "juanita, periquito, combi, monse, choborra, difícil, aburrido, gato, perro, hasta guau guau". Desde chicos tenemos la tendencia, por no decir mala costumbre, de etiquetar o estereotipar las cosas que percibimos. Universalizamos objetos, personas, sentimientos y lo que se nos ocurra bajo un mismo concepto. Y si no se hace de esta manera, entonces recaemos en algún tipo de disfuncionalidad con el mundo. Es por ello, que cada vez que un niño ve a un animal de cuatro patas, peludo con cola y amigable lo tiene que llamar guau guau, cuando finalmente pudo ser cualquier otra cosa. (...)
Las personas tienen algún tipo de fascinación por el reduccionismo, ven un punto, se enfocan en él y olvidan por completo lo que existe alrededor. Tal y como afirma Amartya Sen, en su libro de la Identidad y Violencia, "(...) el reduccionismo fija los cimientos para malinterpretar a casi todas las personas del mundo (...)" Y con el reduccionismo nacen los estereotipos, y con ellos los prejuicios, si no pregunte a la Bruja del 71, o que diga Doña Clotilde. (...)
"Recreando Estereotipos en dos horas"
¿No nos hemos dado cuenta que a todo le otorgamos algún nombre?; "juanita, periquito, combi, monse, choborra, difícil, aburrido, gato, perro, hasta guau guau". Desde chicos tenemos la tendencia, por no decir mala costumbre, de etiquetar o estereotipar las cosas que percibimos. Universalizamos objetos, personas, sentimientos y lo que se nos ocurra bajo un mismo concepto. Y si no se hace de esta manera, entonces recaemos en algún tipo de disfuncionalidad con el mundo. Es por ello, que cada vez que un niño ve a un animal de cuatro patas, peludo con cola y amigable lo tiene que llamar guau guau, cuando finalmente pudo ser cualquier otra cosa. (...)
Las personas tienen algún tipo de fascinación por el reduccionismo, ven un punto, se enfocan en él y olvidan por completo lo que existe alrededor. Tal y como afirma Amartya Sen, en su libro de la Identidad y Violencia, "(...) el reduccionismo fija los cimientos para malinterpretar a casi todas las personas del mundo (...)" Y con el reduccionismo nacen los estereotipos, y con ellos los prejuicios, si no pregunte a la Bruja del 71, o que diga Doña Clotilde. (...)
(...)Es así que en el clásico Chavo del Ocho, Doña Clotilde debido a poseer una actitud seria, solitaria y demás misterios que no conozco, es imaginada por los "niños" de la vecindad como la Bruja que vive en el 71. (...) Esta perspectiva hacia esta mujer, que quizás sí parece una bruja, ha ido creando, episodio tras episodio, una serie de rivalidades entre los viejos niños y la bruja, que diga Doña Clotilde (....)
Creo, y sin devoción, que el miedo a lo desconocido hace que le otorguemos una etiqueta a todo lo que se cruce por nuestro camino. Si esto fuera irreal, entonces al ver un hombre con mil tatuajes, cabello largo y un par de aretes, no se diría que seguro está en drogas, chisme clásico de toda tía de la esquina “Uy que se meterá, en nada bueno andará”. Este modo de ver las cosas de un solo lado y meter en un mismo saco a todo hombre con mil tatuajes, cabello largo y par de aretes, hace que la gente se olvide que quizás es un simple look, y que probablemente se estén cruzando con la persona más hogareña y sensible que han visto en su vida. La pregunta final simplemente sería: ¿Doña Clotilde en realidad es la Bruja del 71?
FINITO
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